Una posibilidad es que las hojas inferiores más viejas estén sombreadas por las hojas superiores más nuevas. Si las hojas están sombreadas, no producen mucha comida para la planta. Es posible que esas hojas no valgan los recursos vegetales necesarios para mantenerlas, por lo que se vuelven amarillas y se caen.
Otra posibilidad es la escasez de nitrógeno (un componente de la mayoría de los fertilizantes). Las plantas que no obtienen suficiente nitrógeno pueden robar las hojas más viejas de nitrógeno para permitir que crezcan hojas más nuevas. Si bien hay mucho nitrógeno en el aire, está en una forma que muchas plantas no pueden usar. Algunas plantas, por ejemplo las leguminosas, tienen nodos en sus raíces que contienen bacterias simbióticas. Estas bacterias pueden tomar nitrógeno del aire y convertirlo en una forma que las plantas puedan absorber. Las plantas sin estas bacterias necesitan nitratos, nitritos o nitrógeno a base de amoníaco para crecer. Estas sustancias químicas deben ser absorbidas por las raíces del suelo. Si hay escasez de nitrógeno, las hojas inferiores tienden a ponerse amarillas y caerse.