¡Por supuesto! ¡Todavía dudo de mí todo el tiempo!
¡Permíteme darte un ejemplo que sobresale en mi mente!
Cuando me pidieron que fuera tutor en el Dalton State College, me pregunté si habían tomado la decisión correcta al ofrecerme el trabajo. ¿Realmente sabía suficientes matemáticas para poder ayudar a otros estudiantes a tener éxito en sus clases? No pensé. De todos modos, pregunté a algunos de mis antiguos profesores de matemáticas si pensaban que estaría a la altura de la tarea y, para mi sorpresa, ¡todos dijeron que lo haría! Entonces, decidí darle una oportunidad. Si alguna vez me sentía demasiado incompetente, siempre podía consultar a mis compañeros de trabajo o a un profesor de matemáticas.
Aprendí rápidamente que no hay forma de que un estudiante universitario que acaba de terminar el cálculo pueda saber la respuesta a cada problema. Me tomó más tiempo aprender que al ayudar a otros, consultar a mis compañeros de trabajo, consultar los libros de texto y otros profesores de matemáticas, me estaba ayudando a mí mismo además de ayudar a los que ingresaron. Descubrí que después de dar clases durante un año, mi intuición para resolver las matemáticas ¡Los problemas aumentaron enormemente! Comencé a convertirme en la persona a la que acudían mis compañeros de trabajo cuando tenían problemas. También aprendí bastante bien al explicar varios conceptos de maneras simples que ayudaron a muchos estudiantes a aprobar sus clases.
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Hoy en día, cuando dudo de mí mismo, me da una buena motivación para aprender algo, de modo que ya no dudo de mi capacidad para hacer algo.
Constantemente me recuerdo que soy quien soy, no quién quisiera que otras personas fueran. Esa comprensión me quita mucho peso de los hombros.