Imagina un hombre flotante. Él tiene los ojos vendados. Sus extremidades están atadas para que no pueda sentirlas. De hecho, no tiene ningún sentido para percibir nada a su alrededor, ni siquiera su propio cuerpo. Él acaba de ser traído a la existencia, por lo que no tiene memoria. ¿Tal hombre estaría al tanto de algo?
Ibn Sina propone que, dado que esta entidad todavía puede pensar, es consciente de su propia existencia. Y existencia que no depende de la sensación, del cuerpo. Una existencia separada. Él lo llama un alma.
Un alma es un intelecto. No puede sentir el mundo que lo rodea, pero tiene la capacidad de razón e imaginación. Un alma en un intelecto, tal como Dios es un intelecto. Pequeñas manifestaciones de lo divino dentro de nosotros. La parte de nosotros que sobrevivirá cuando el cuerpo se quede atrás.
No es sinónimo de personalidad o sensibilidad. La personalidad es más que puro intelecto, depende en gran medida de cómo procesamos y respondemos a los estímulos, y el alma tiene existencia fuera de los estímulos.
Y la sensibilidad es una cuestión de definición.