En primer lugar, el diseñador no puede / no leerá tu mente. Puede que tenga una idea de lo que quiere, pero si no puede describirlo en dos o tres oraciones usted mismo, no espere que el diseñador complete los espacios en blanco. No tener idea de lo que quieres y decirle al diseñador que conocerás el diseño correcto cuando lo veas, no solo desperdicia el tiempo del diseñador, sino también el tuyo. Y el viejo axioma es cierto: el tiempo es dinero.
Esto llevará más tiempo de lo que cree, por lo que debe programar grandes cantidades para consultas, ajustes y aprobación final (especialmente si un grupo tiene poder de aprobación). Tenga un cronograma realista sobre cuándo se lanzará la nueva identidad (un trimestre fiscal es un marco de tiempo bastante típico).
Respeta al diseñador como un profesional cuyo sustento es crear identidades para personas como tú. Esto significa pagarlos a tiempo, cada vez que vencen los pagos. Además, reconozca el trabajo que están haciendo por usted.
Y anticipe algunos sobrecostos, ya que algunas contingencias siempre parecen aparecer.
Comprenda que su logotipo aparecerá en múltiples formas de medios: impresión, web, video, etc. Deberá ser reconocible en tamaños muy pequeños y en supergrafías imposiblemente enormes en los lados de los edificios. La simplicidad es la clave: un logotipo complejo será confuso o ilegible en un tamaño más pequeño que una moneda de cinco centavos. Siempre tenga una versión monocromática disponible para periódicos que aún no se hayan impreso a todo color.
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Por último, permita un alto nivel de confianza a su diseñador: su buena reputación les permite encontrar más trabajo, por lo que les conviene servirle bien. Tendrán ideas sobre lo que “funciona” más que usted y su grupo de tomadores de decisiones.