En una generación más o menos, estoy seguro de que el sexo, o al menos la reproducción, verá un aumento en Japón; más de los ancianos buscarán casas de campo tranquilas en dichas aldeas, mientras que los jóvenes y vigorosos asalariados y damas de oficina se acomodan en sus estudios con destino al metro. Lo que digo es que, históricamente, Japón ha sufrido hacinamiento, y aún hoy, en menor grado.
No intentes forzar un proceso natural; eso es exactamente lo que Starbucks está tratando de hacer en los Estados Unidos (aunque con diferentes motivos), al tratar de llenar sus puestos vacantes con empleados refugiados. Más temprano que tarde, la población estará en alza y regresará con venganza. Todo lo que lograría hacer es galvanizar la creencia de los ancianos y los conservadores de que la sociedad japonesa se está diluyendo y prostituyendo entre elementos extranjeros, y obtendría la versión japonesa de Donald Trump ascendiendo a la oficina del Primer Ministro (suponiendo que no Ya no me siento así por Abe Shinzō) en unos años.