Cuando se trabaja en el espacio de interacción, específicamente móvil, el diseño ya no se trata de una experiencia visual plana: el diseño es la emoción, la interacción y la usabilidad, todo lo cual define la experiencia. Si bien un diseñador visual puede crear una interfaz hermosa, la definición e interacción real del producto es más valiosa.
La mayoría de los usuarios no van a usar una aplicación y decir “wow, me encantó el uso del espacio negativo”, sino que dirán “wow, esta aplicación se siente tan bien, es tan suave y genial”. Con una aplicación móvil al final -El usuario debe poder encontrar su información de forma rápida y lógica. Cuando están buscando cómo encontrar algo o lograr un objetivo, debería ser obvio dónde existe esa acción, pero lo más importante, el usuario debe ser empujado a la siguiente acción, y una vez que la haya completado, el usuario debe tener una sugerencia de qué hacer a continuación, incluso algo así como un mensaje que dice “¡Genial!
Ahora, ¿por qué no haces x? ”. Esto los ayuda a sentirse bien DESPUÉS de que hayan completado la acción / objetivo, volviéndolos al flujo de la aplicación. Eso es parte del proceso de diseño, pero se trata menos del proceso visual.
Los diseñadores gráficos generalmente no se les enseña a pensar de esa manera, aunque eso no significa que no puedan. Descubrí que en el espacio de la aplicación móvil, la experiencia es muy significativa, y si bien un diseñador puede costar más que otro, la experiencia que puede ofrecer no solo le ahorrará dinero, sino que le hará ganar dinero a largo plazo.
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