Un par de hermanos buscaron ganar fama como la de los hermanos Wright y crearon un negocio para hacer realidad sus sueños. La incipiente compañía produjo un innovador zapato robótico diseñado para mantener al usuario en forma, “alerta” y preparado para lo inesperado. Esto iba a ser una victoria segura para inversores y clientes por igual. Los zapatos incluían una característica que causaría que la longitud, el ancho y el grosor de la suela varíen automáticamente hasta tres pulgadas. La idea detrás de esta característica peculiar es que una persona haría ejercicio simplemente por su reacción a los cambios aleatorios en la forma de los zapatos.
En la práctica, el zapato era una pesadilla. Los costos de producción de los zapatos fueron más altos de lo previsto y los márgenes más delgados de lo prometido. Hubo informes desenfrenados de caídas mientras se usaba el producto y las lesiones de los zapatos dominaron las noticias nocturnas. Cuando comenzaron las demandas, la compañía no pudo mantenerse al día con los costos judiciales y los acuerdos con muchos demandantes vendados siguieron. Lo que estaba destinado a revolucionar el mundo del fitness terminó en la ruina financiera de los fundadores, que cerraron el negocio ya que no podían obtener fondos para más de sus productos.