“La mayoría de ustedes no se van a quedar aquí por el resto de sus vidas, incluso si la mayoría de ustedes piensan que sí”, les digo. “Tienes la suerte de vivir en un momento en que vivirás muchas vidas en el mismo cuerpo, y tu vida en este lugar, en este estado de ser, es solo una de ellas”.
Se lo he dicho a monjes y monjas, sacerdotes y misioneros y seminaristas, soldados y marineros y marines y aviadores, estudiantes y profesores, prisioneros y carceleros, padres e hijos, hermanos y hermanas y parejas casadas.
Todo lo que tiene un principio tiene un final. Todo cambia en este mundo, incluso aquellas cosas que son sobre el mundo eterno.
Este es un mensaje incómodo en algunos sectores. Algunas personas creen en votos irrompibles y pecados imperdonables. Algunas personas creen en el amor sin fin y las vocaciones irrevocables. Pueden agitarse mucho cuando les presentas una alternativa.
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Sin embargo, es cierto que incluso lo que Erving Goffman llamó “Instituciones totales” tiene puertas de salida.
Cuando alguien deja tal institución, es como ingresar a la institución. Hay un período de ajuste de días, semanas o meses donde el individuo resuelve los términos de sus nuevas circunstancias.
A menudo, son los asuntos pequeños y prácticos los que presentan los mayores desafíos. Obtener la licencia de conducir renovada, por ejemplo, o tener que elegir qué ropa usar cada mañana. Piense en Morgan Freeman al final de Shawshank Redemption, pidiendo permiso para ir al baño en el trabajo y teniendo que evitar conscientemente cometer un delito para aliviar el estrés de no estar en prisión.
El ritmo de vida a menudo parece desproporcionado, ya que el individuo trata de acelerar y desacelerar simultáneamente diferentes partes de su vida. Piense en la hipervigilancia de algunos soldados que acaban de regresar de una guerra. La vida exterior parece mucho más desorganizada, llena de distracciones aleatorias. Al mismo tiempo, está menos programado, menos dirigido. El flujo es diferente.
El ajuste exitoso requiere una selección consciente de qué partes de la vida institucional mantener, qué hábitos retener y descartar, qué partes de la vida preinstitucional reanudar, qué nuevas prácticas, habilidades y actitudes adoptar y cómo integrar todos esos seres anteriores en un nuevo yo.
Un individuo también puede preguntar si el desarrollo o proyecto institucional de uno ha llegado a su fin o si fue interrumpido. ¿El tiempo en el monasterio tenía significado, cumplía la meta que se estableció al entrar o revelaba una nueva meta para la vida postmonástica?