He aprendido al leer las respuestas de muchas personas a preguntas relacionadas con ser arrastrados a la vida celestial, que muchos realmente no tienen idea de lo que dice la Biblia acerca de las preguntas sobre ese “llamamiento celestial”. De hecho, su consulta parece estar basada sobre la doctrina del “alma inmortal”. El pensamiento subyacente para esto es realmente la pregunta de “¿Qué sucede cuando morimos?”
Cuando Dios encargó a los escritores de la Biblia, su clara enseñanza fue esta: “Cuando una persona muere, deja de existir”.
La muerte es lo opuesto a la vida. Los muertos no ven ni oyen ni piensan. Ni siquiera una parte de nosotros sobrevive a la muerte del cuerpo. No poseemos un alma o espíritu inmortal. Lo que realmente equivale, traducido al vernáculo de hoy, es: “¡MUERTO SIGNIFICA MUERTO!”
Esta comprensión se basa en el texto de la primera mención del alma y los humanos en la Biblia, y en muchos otros pasajes de las Escrituras.
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(Génesis 2: 7, KJV) “Y el Señor Dios [Jehová] formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en sus narices el aliento de vida; y el hombre se convirtió en un alma viviente “.
(Génesis 2: 7, Douay) Y el Señor Dios [Jehová] formó al hombre del limo de la tierra: y respiró en su rostro el aliento de vida, y el hombre se convirtió en un alma viviente.
Tenga en cuenta que “el hombre se convirtió en un alma viviente”, no ” llegó a tener un alma viviente”.
Después de que Salomón observó que los vivos saben que van a morir, escribió:
(Eclesiastés 9: 5, 6, 10.) “Pero los muertos no saben nada”.
Luego amplió esa verdad básica al decir que los muertos no pueden amar ni odiar y que
“No hay trabajo ni planificación ni conocimiento ni sabiduría en la tumba [infierno]”.
La Biblia nos dice que cuando un hombre muere,
(Salmo 146: 4) “sus pensamientos perecen”.
La muerte de Jesús significaba que Jesús estaba muerto y, según la palabra escrita de su Padre, MUERTO SIGNIFICA MUERTO, no fue a ningún otro lugar para ser castigado o glorificado.