“Rápido, incontrolable e intrusivo” caracteriza la calidad ordinaria del pensamiento. Por supuesto, el ritmo y la intensidad de la calidad emocional negativa del pensamiento pueden aumentar más allá de lo normal cuando estamos bajo estrés. No solemos determinar el contenido o la cenefa (“tono de sentimiento”) de los pensamientos que surgen en la conciencia; más bien, estos son típicamente el fruto de las impresiones que se han acumulado en nuestra experiencia con el mundo.
Dicho esto, cualquier mantra (“protector mental”) que uno pueda repetir con la devoción, la duración y la concentración necesarias producirá los beneficios genéricos de esta práctica: una reducción en la cantidad de pensamientos (con suficiente práctica, hasta uno a la vez), y un aumento en la calidad de los pensamientos que surgen (debido al carácter más estrecho de los objetos en torno a los cuales se organizan los pensamientos).
Los beneficios específicos asociados con cualquier mantra en particular, por supuesto, varían según los mantras. Pero como regla general, recomiendo que los practicantes trabajen con el mantra que se asocia más centralmente con el ideal elegido. Un mantra es la forma sonora de la perfección que celebra e invoca, de forma análoga a la forma en que las imágenes sagradas representan visualmente (es decir, hacen accesibles cognitivamente y afectivamente) a deidades específicas.
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