Él nació iluminado.
Según la leyenda, él es una encarnación del Señor Siva.
Cuando tenía 8 años dejó su hogar y tomó Sanyasa. Un hombre (más tarde resultó ser su Gurú) le preguntó ¿Quién eres?
Entonces el niño pequeño respondió:
“No soy mente, ni intelecto, ni ego, ni los reflejos del yo interior (citta). No soy los cinco sentidos. Estoy más allá de eso. No soy el éter, ni la tierra, ni el fuego, ni el viento (los cinco elementos). De hecho, soy ese conocimiento y dicha eternos, el auspicioso (Śivam), el amor y la conciencia pura.
Tampoco se me puede llamar energía (prāṇa), ni cinco tipos de respiración (vāyus), ni las siete esencias materiales, ni las cinco envolturas (pañca-kośa). Tampoco soy los cinco instrumentos de eliminación, procreación, movimiento, agarre o hablar. De hecho, soy ese conocimiento y dicha eternos, el auspicioso (Śivam), el amor y la conciencia pura.
No tengo odio ni aversión, ni afiliación o simpatía, ni avaricia, ni engaño, ni orgullo ni arrogancia, ni sentimientos de envidia o celos. No tengo ningún deber (dharma), ni dinero, ni deseo (kāma), ni siquiera liberación (mokṣa). De hecho, soy ese conocimiento y dicha eternos, el auspicioso (Śivam), el amor y la conciencia pura.
No tengo mérito (virtud) ni demérito (vicio). No cometo pecados ni buenas obras, ni tengo felicidad ni pena, dolor o placer. No necesito mantras, lugares sagrados, escrituras (Vedas), rituales o sacrificios (yajñas). No pertenezco a la tríada del observador o de la persona que experimenta, el proceso de observar o experimentar, ni ningún objeto observado o experimentado. De hecho, soy ese conocimiento y dicha eternos, el auspicioso (Śivam), el amor y la conciencia pura.
No tengo miedo a la muerte, como tampoco tengo muerte. No tengo separación de mi verdadero ser, no tengo dudas sobre mi existencia, ni he discriminado por nacimiento. No tengo padre ni madre, ni tuve un nacimiento. No soy el pariente, ni el amigo, ni el gurú, ni el discípulo. De hecho, soy ese conocimiento y dicha eternos, el auspicioso (Śivam), el amor y la conciencia pura.
Soy todo penetrante. Estoy sin ningún atributo y sin ninguna forma. No tengo apego al mundo ni a la liberación (mukti). No deseo nada porque lo soy todo, en todas partes, siempre, siempre en equilibrio. De hecho, soy ese conocimiento y dicha eternos, el auspicioso (Śivam), el amor y la conciencia pura “(Atma Shatakam contada por Shankara a los 8 años)
Shankara ha consolidado la doctrina de Advaita Vedanta para que la sigamos. Su obra Vivekchudamani es el pico de Vedanta. Lo que más me sorprende es que, a pesar de su comprensión del no dualismo, logró escribir las canciones más bellas sobre dioses y diosas como Krishnashtakam. No rechazó la idea del dios personal y dijo que la gracia del dios personal / yo / guru nos llevará a la iluminación donde nos damos cuenta de que no existía un dios independiente. Todo es uno, no hay otro. Todas las cosas son solo reflejos de uno mismo manifestado como este mundo.
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