Aulas llenas de estudiantes de inglés, bulgogi, soju, sándwiches de metro, clubes nocturnos, amigos militares estadounidenses, karaoke, centros comerciales subterráneos.
Una vez me quedé dormido en una playa y me desperté cuando un par de chicos sintieron el vello de mi pecho. En un autobús público, una mujer sentada detrás de mí comenzó a tocar el cabello en mi cabeza. Me preguntaron si mis ojos cambian de color con las estaciones. Nunca olvidare.
Mis alumnos fueron muy divertidos y realmente generosos, hacer amigos en Corea es algo muy real.
También recuerdo haber sido invitado a innumerables cenas familiares donde los chicos se sentaron en una mesa principal y las mujeres se sentaron en una mesa más pequeña en la esquina. Las mujeres parecían caminar mucho de rodillas cuando servían a los hombres.
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Recuerdo todas las charlas masculinas de amantes secretas, recuerdo emborracharme muchas veces. Recuerdo haber caminado por las calles a las 6 de la mañana un sábado y ver a un gran número de hombres con trajes estrellados en motocicletas, en cabinas telefónicas y esparcidos por las aceras inconscientes.
Recuerdo haber sido invitado a las casas de artistas y poetas y beber una bebida alcohólica blanca como la leche con ellos, muy bohemio.
Mirando hacia atrás, me encantó. Pero no me di cuenta en ese momento.