Abordo cada problema de la misma manera.
Primero, pregunto dónde se encuentra en mis entrañas.
Me ha llevado mucho tiempo aprender a confiar en mis instintos iniciales sobre una persona o situación.
Cuando era niño, es difícil saber cuándo confiar en su intuición y cuándo no, porque gran parte de su toma de decisiones está dirigida por figuras de autoridad. Incluso si sientes que algo no es bueno para ti, no es necesariamente tu decisión.
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Por ejemplo: “Wow, puedo decir que realmente no estoy interesado en tomar esta clase, pero mi papá dijo que necesitaba hacerlo para ingresar a una buena universidad, así que supongo que lo haré”.
A medida que crecí, aprendí que mi intuición casi siempre conoce la respuesta correcta de inmediato. Sé si algo es bueno para mí o si lo estoy buscando por razones equivocadas. Puedo decir si las intenciones de alguien son buenas o si son manipuladoras. Sé si estoy haciendo cosas por interés genuino o por un interés externo en la validación o recompensa.
Tu instinto es tu fuente de conocimiento más confiable.
Sin embargo, se necesita práctica para poder escuchar ese primer toque de sabiduría, antes de que el ego se involucre y comience a convencerlo de todas las razones por las que debe ignorar su instinto.
En segundo lugar, cuestiono cómo la decisión se sienta lógicamente.
Incluso si algo se siente como la decisión correcta, todavía me tomo el tiempo para comparar ese sentimiento con la lógica de la situación. Muchas cosas en la vida pueden sentirse bien, pero eso no significa necesariamente que sean inteligentes o sabias.
Veo la lógica como una especie de sistema de control de daños.
Como humanos, esta es nuestra forma de dar un paso fuera de nuestro ser intuitivo más animal y ver las cosas desde una perspectiva más amplia y objetiva. La lógica nos ayuda a determinar proporciones pro / con, exposición al riesgo y costo de oportunidad.
A veces, la lógica te muestra que la decisión que quieres tomar es arriesgada pero que vale la pena.
Y otras veces, la lógica te muestra que tu decisión es, por definición, una mala.
Creo que necesita consultar ambos: intestino y lógica.
Nunca tomo una decisión sin reconocer a ambas partes.
Si algo se siente atractivo, interesante o vale la pena perseguirlo, pero mi lógica me advierte en contra de ello, o bien reconozco la lógica y sigo adelante con los ojos abiertos por los riesgos que ya he determinado que existen.
O, comparo los riesgos con las verdades objetivas de la situación y decido que la lógica es correcta después de todo, y reconozco mis sentimientos al aceptar mi decisión.
De cualquier manera, escucho y confío en mí mismo. Y de cualquier manera, sé cual sea la decisión que elija, lo hice conscientemente .