Dejar atrás los placeres mundanos y esforzarse por alcanzar la espiritualidad no es tarea fácil. Se requiere mucha dedicación, compromiso y fortaleza mental para recorrer un camino tan despiadado y minucioso.
No son solo los teístas, es la mente humana en general la que, de manera predeterminada, establece el camino fácil y cómodo. Nadie quiere sentir las dificultades, nadie quiere saber la amarga verdad y sentirse herido, nadie quiere pasar por ninguna tortura emocional o dolor físico. Las personas siempre se han aferrado a algo que los hace sentir seguros y protegidos.
En cierto modo, el origen de los teístas en sí es un gran ejemplo de lo mismo. Es mucho más fácil poner todos tus problemas en nombre del Todopoderoso, que sufrir el dolor tú mismo. El concepto de que existe una entidad poderosa que podría controlar la situación a su alrededor y bendecirlo con felicidad es muy aliviador, reconfortante y, por lo tanto, más poderoso que asumir la culpa y enfrentar los desafíos por sí mismo. Cuando uno tiene miedo, todo lo que necesita hacer es fortalecer su creencia en el Todopoderoso y rezar por coraje. Dicen que la ignorancia es felicidad, porque no es fácil enfrentar la verdad. El conocimiento viene con la lucha a través de la ignorancia, agitándose en la oscuridad.
Básicamente, es el miedo a conocer la verdad lo que podría ser muy incómodo que continuar en la dicha de la ignorancia.
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