La idea de preferencia tiene un inconveniente y puede significar tener un conocimiento incompleto de estas dos palabras. La preferencia siempre sería ser feliz, pero eso no es posible. La felicidad siempre se asocia con la infelicidad, pero ambas son experiencias que tienen una esencia mucho más profunda. El cuerpo y la mente siempre están listos para trabajar en la naturaleza material y si poseer material lo hace feliz, debe ir por él. La vida y la experiencia en un solo camino y por lo tanto no hay retoma, excepto utilizar la experiencia de manera eficiente.
El espiritismo no se aleja de lo material, pero ciertamente trata de encontrar esa felicidad de una manera diferente. El ser humano es una combinación de materia y espíritu. Cuando enfocamos la atención con el cuerpo y la mente y para su comodidad es materialismo, pero cuando enfocamos el espíritu, el cuerpo-mente se convierte en el vehículo para identificar la felicidad y comienza con un intento de controlar la mente.
La paciencia, el sufrimiento, la compasión o el cuidado, el sentido de gratitud que todos estos rasgos surgen con la práctica espiritual pueden terminar dando mucho más material que su propia expectativa, pero esa persona no tiene deseos personales y, por lo tanto, utiliza el bienestar de muchos. Tal persona es feliz pero más que pacífica. Deberíamos trascender del materialismo al otro extremo, que es el espiritualismo gradualmente, no por la fuerza sino por la voluntad de hacer que sea útil.
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