En primer lugar, existe un simple nacisismo cotidiano (egocéntrico) y un trastorno narcisista de la personalidad (NPD, por sus siglas en inglés), una enfermedad mental clasificada como un “trastorno de la personalidad”.
Totalmente diferente.
El narcisismo simple y cotidiano probablemente pueda curarse si la persona está dispuesta a admitir que tiene un problema y quiere cambiar.
NPD no es un diagnóstico válido a menos que sea realizado por alguien capacitado en trastornos de personalidad y la persona sea mayor de 18 años. Hacer un ‘autodiagnóstico’ de usted u otros rara vez es preciso y se basa en querer poner una etiqueta algo que no te gusta Más sobre NPD:
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Trastorno de personalidad narcisista – Wikipedia
Las personas con NPD son difíciles de tratar porque a menudo (o generalmente) no reconocen y admiten que tienen un problema. Incluso si lo hacen, no existe un tratamiento exitoso comúnmente aceptado.
Se han realizado estudios que correlacionan otro trastorno de la personalidad, el trastorno límite de la personalidad, con el TEPT complejo (TEPT-C). Existen tratamientos como EMDR y Somatic Experiencing que a menudo ayudan con C-PTSD. Dado que tanto la personalidad límite como la NPD están correlacionadas con el abuso infantil (especialmente el abuso sexual), espero que también funcione con NPD.
En cuanto a ser un problema espiritual, creo que la mayoría de las enfermedades, el abuso y las enfermedades mentales son un problema espiritual. Un médico sabio que una vez me había dicho que básicamente hay 3 niveles de enfermedad: el más profundo es espiritual, el medio es psicológico y el menos profundo es la enfermedad física.
Si está preguntando si un milagro espiritual puede curar una enfermedad mental, no lo sé. Ha habido exorcismos que parecen ayudar con algunas personas espiritualmente muertas.
Al igual que Jamie Nelson, cuando trabajaba en la institución mental del estado (donde se envían a los pacientes más enfermos), conocí a 4 personas que consideraba narcisistas malignos y ‘malvados’. Uno había matado personas e hizo pantallas con lámparas en sus cuerpos, uno era un abusador de menores que había molestado a más de 40 niños, uno era un acosador de enfermeras y otro era tan violento que tuvieron que manejarlo con dolor.
Todos ellos eran almas vacías, una sensación espeluznante, podrida hasta la médula, con los ojos en llamas a veces como de horror. Eran almas apenas humanas y torturadas. Sabía que el chico de la pantalla de la lámpara fue torturado sexualmente de niño.