Esta es una historia sobre dos amigos. Un hijo cristiano de misioneros y un hijo sij de diplomáticos.
Recuerdo claramente el día que presencié a Siddhartha. Era 1985
‘Testificar’ es el término que algunos evangélicos cristianos usan para describir el acto de hacer proselitismo a través del testimonio de la propia historia de ‘salvación’, o aceptar a Jesús como el camino singular hacia Dios y el cielo.
Sometí a mi mejor amigo a un aluvión de herramientas psicológicas que ingenuamente había aceptado como parte de contarle a otras personas sobre Jesús.
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Se llama el ‘Camino Romano’, y cuando era adolescente, no sabía que este enfoque es en realidad un triple camino de manipulación:
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Obligación. Dios te ama tanto que hizo el último sacrificio.
Culpa. Jesús murió por tus pecados.
Temor. Solo Jesús puede llevarte al cielo, porque tú no puedes llegar solo.
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Siddhartha era una amiga paciente. Me escuchó durante unos 20 minutos. Después de mi bien intencionado aluvión de palabras, su respuesta: tranquila, clara y firme.
“Micah, soy un sikh. Respetamos todas las religiones. Puedes creer lo que quieras. Yo respeto eso”.
Y ese fue el final de la conversación. Nunca lo mencioné de nuevo. Nunca volvió a mencionarlo. Nuestra amistad continuó, como si nada hubiera pasado.
Irónico, en cierto sentido, que su “testigo” al aceptar mi fe, incluso cuando expuse principios que rechazaban su fe y todas las demás, me convencieron. Dije palabras que mencionaban aceptación, mientras que él simplemente lo vivió.
Ha sido una gran lección de vida, no solo sobre el respeto, la dignidad y la falsedad del fundamentalismo, sino también sobre un gran aspecto de la vida:
¿Los que te rodean crean círculos que te cierran? Entonces, no importa: haz tu círculo aún más grande, rodeándolos.
Incluye a los que te excluyen.
Siddhartha no tenía interés en cambiarme. Me aceptó como era. Ese, al final, fue el mensaje más poderoso que cambió fundamentalmente mi camino espiritual.
Al joven evangélico en mí que usó la palabra ‘Gracia’, sin practicarlo realmente, se le enseñó, a través de la acción, lo que realmente significa la palabra.
Gracias Sid.