A los 66 años, mis pensamientos no son muy diferentes de lo que eran en cualquier otra etapa de mi vida, pero ahora los expreso de manera diferente a mí mismo que cuando era más joven y tendía a no pensar tan amplia o profundamente como lo hago ahora.
Por ejemplo, cuando tenía 20 años como esposa y madre joven, pensaba: ‘¿Cuáles son mis responsabilidades para con los demás hoy?’
Hoy tiendo a pensar en términos de ‘¿Cuál es mi responsabilidad conmigo mismo hoy que mejorará mi capacidad de ser positivo en la vida de los demás?’
Con la edad y (con suerte) la sabiduría, nos damos cuenta de que no podemos cuidar a los demás hasta que nos cuidemos a nosotros mismos.
En mi juventud, me parecía importante estar ocupado para tener una “vida plena”. Me involucré Trabajé duro en lo que hice. Y medí mi éxito por las mejoras que vi a mi alrededor y que participé.
Hoy me parece más importante quedarme quieto y contemplar antes de actuar para que mis esfuerzos (o palabras) tengan un impacto aún mayor y mi vida se llene más con una observación y evaluación más cuidadosa que con más acción.
En mi juventud, la idea de la muerte me aterrorizaba.
Hoy puedo decir (citar) ‘Todo lo que he visto me enseña a confiar en el Creador por todo lo que no he visto’. RW Emerson.
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