La bisexualidad no es una consecuencia de la espiritualidad. Es el resultado de la evolución de los procesos biológicos relacionados con la reproducción de la vida en la Tierra. Un espectro evolutivo complejo que permitió que ocurriera diversidad genética.
Lo que se conoce como bisexualidad es simplemente una parte importante de un proceso evolutivo muy antiguo. Formas de sexualidad que se han manifestado de varias maneras muy diversas entre las formas de vida de nuestro planeta.
La espiritualidad no tiene nada que ver con la selección de género o la identidad sexual.
Además, el espíritu puro no tiene género.
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Lo que se conoce como fantasmas son los ecos físicos de los espíritus que aún no han pasado por alto. Espíritus encerrados en un limbo o fase de transición entre los planos físico y metafísico. Además, los fantasmas retienen solo los aspectos superficiales o “memoria” del género que alguna vez existieron como en el plano físico.
El género solo entra en juego una vez que un espíritu se ha reencarnado o recién incorporado a una forma de vida. Los resultados de esta incorporación están determinados por procesos biológicos que ocurren principalmente a nivel de ADN. Sin embargo, las influencias culturales, sociales y ambientales también pueden influir en la sexualidad.
El legado kármico o la “memoria” kármica puede aportar algún aspecto al que la preferencia de género tiende a seleccionarse a medida que cualquier alma reencarna. Un legado basado en “lecciones” que aún necesitan ser aprendidas o una conciencia espiritual que puede ser requerida para ascender a un nivel espiritual más alto.