Cien años de soledad es un libro encantador. Pasé mucho tiempo leyéndolo. Aunque cuando recogí el libro, un amigo mío desaconsejó leerlo, porque el autor confundió mucho a los personajes.
Con eso en un rincón de mi mente, partí para explorar el pueblo de Macando y la familia de Buendías.
Sobre la historia, abarca generaciones de soñadores apasionados y sus vidas cotidianas. Los hombres con grandes ambiciones, las mujeres con sus expectativas simples, los gitanos, los pergaminos, las 32 guerras del Coronel, pertenecientes a una gran familia pero a la vez la soledad: el taller de plata y la sala de Melquiades, una serie de personajes interesantes, lo superficial elementos y demás, fue cautivador. La historia era apasionante y apenas podía cerrar el libro.
Sobre la escritura, fue poética. De hecho, es un error decir que la escritura fue simplemente hermosa; fue seráfico, fue mágico. Cada giro, cada descripción era tan detallada que el lector comienza a vivir entre los personajes y es testigo de todas las anécdotas a través de sus ojos.
- ¿Qué sucede a nivel neuronal cuando trazas la raíz de un pensamiento?
- ¿Cuál es la mejor canción para representar la vida?
- ¿Qué significa ‘fe’ para ti?
- ¿Es un pensamiento claro un signo de una conciencia limpia?
- ¿Quién está pensando en el yo que piensa en mí?
Acerca de mis pensamientos, me siento melancólico porque la historia terminó, y especialmente en la forma en que Gabriel García Márquez eligió terminarla. Estoy feliz de haber leído una historia tan increíble, pero tan vacía.
En pocas palabras, divertido, taciturno, molesto, satisfactorio, encantador.