¿Qué hacer y qué no hacer cuando se trata de la portada del álbum?

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Tenga en cuenta que no soy un profesional de la marca o un diseñador gráfico profesional. Desde una perspectiva artística, y como un consumidor activo de discos, veo la carátula del álbum como un medio propio, con sus propias reglas no escritas. Lo bueno es que esas reglas son bastante mínimas en comparación con muchas otras formas de arte. Intentaré, a continuación, dilucidar lo que creo que son esas pocas reglas:

La primera regla es pura estética: ¿la portada del álbum se ve bien? ¿Se destaca por sí mismo como obra de arte, o sería un fracaso total en cualquier otro contexto? ¿Es aburrido o estúpido?

La segunda regla es el contexto: ¿la obra de arte complementa la producción del álbum, o al menos alguno de sus temas relevantes? Esta es una oportunidad para que las imágenes y los sonidos del disco musical, como un paquete completo, tengan una especie de conversación entre ellos. Si se pretende que la obra de arte se destaque, se manifiesta más como una colaboración abierta entre dos tipos diferentes de artistas (grabación y visual). Si la obra de arte pretende ser principalmente informativa sobre el contenido del sonido, entonces debe abarcar ese papel con la menor cantidad de distracciones posible.

Para muchas grabaciones por primera vez, la portada del álbum actúa como una introducción. Por ejemplo, el registro debut de un cantante y compositor (y muchos seguimientos también) podría presentar una fotografía reveladora o un retrato de ellos, actuando o en su elemento de alguna otra manera. Un músico de jazz podría usar una fotografía interesante de sí mismo interpretando o grabando la música, transportando al espectador a ese espacio.

Si el disco es altamente conceptual, o si la música es más artística y sin rostro (los mejores ejemplos pueden incluir música de orquesta clásica o rock progresivo), la compañía de producción podría optar por una obra de arte que sea más abstracta, o al menos menos referencial para el artista de grabación.

A veces, la obra de arte está destinada a presentar la música dentro de un marco cultural. Por ejemplo, un álbum de rap o hip-hop podría presentar el nombre del artista y el título del disco hecho como una pieza de graffiti o arte callejero.

Desafortunadamente, una gran cantidad de sexismo domina el marketing de la industria de la música, por lo que las músicas tienen que desempeñar el doble papel de músicos e íconos sexuales. De hecho, estos roles incluso definen la selección y el éxito de las intérpretes femeninas, que aparecen en sus discos como voces seductoras y en la carátula de su álbum como modelos pinup semi-pornográficos. Sin embargo, incluso esto se puede hacer con un alto grado de calidad e integridad artística, si es importante para los productores exigir tales estándares.