Solo es necesario si desea volver a familiarizarse con la paz mental [convencionalmente llamada felicidad] a la que probablemente tuvo acceso cuando era niño.
El hecho es que la vida es ahora tan compleja que los problemas a los que nos enfrentamos diariamente nos abruman. Peor que eso, una corriente constante de pensamiento aleatorio y habitual desfila continuamente por nuestras mentes. La participación persistente e implacable en los problemas que la vida nos presenta rutinariamente genera un estado de insatisfacción, frustración y falta de satisfacción, lo que resulta en estrés.
Hasta que podamos limitar nuestra actividad mental a su función adecuada [satisfacer nuestros apetitos y resolver nuestros problemas] nunca obtendremos nuestras recompensas mentales justas y apropiadas por nuestras acciones exitosas. Nunca seremos verdaderamente felices.
Sin mostrar intención o incluso inclinación al cambio, sufriremos voluntariamente bajo la tiranía del pensamiento obsesivo / compulsivo.
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La actividad mental consciente [toda actividad intelectual] estaba en el principio, es ahora y siempre será la herramienta que usaremos para satisfacer nuestros apetitos y alcanzar nuestras metas. Sin ella, ni siquiera habríamos entrado en la Edad de Piedra. Sin embargo, tan invaluable como sin lugar a dudas es, no juega ningún papel en que seamos felices.
Los antiguos Maestros Zen nos dan el consejo más lúcido sobre cómo recuperar el acceso a nuestra mente original y sin carga, a una profunda paz mental, a la felicidad, el objetivo humano común. En Zazen [meditación sentada] practicamos descansar del trabajo mental mientras permanecemos alertas y pasivamente conscientes para que la paz que finalmente obtengamos se infiltre en nuestra vida diaria.
Como tenemos que aprender a caminar y hablar, también tenemos que aprender a ser felices.
Si desea ver mi intento de explicar por qué funciona la meditación, busque “21st Century Zen” en mi sitio web: Introducción